
La verdad es que la novela engancha desde la primera página, y se entiende por qué Houllebecq es tan odiado por los políticamente correctos, que le tachan de misógino, pornógrafo e islamófobo entre otras esdrújulas. En realidad, hoy Houellebecq es la gran estrella literaria de Francia y (éste sí, Pepín) un gran provocador. Por cierto, vive en España.
Transcribo un pequeño fragmento que me hizo descojonarme un buen rato. Sucede durante el avión a Tailandia y Michel se quiere dormir:
Estábamos entrando en el espacio aéreo de Afganistán. Desde luego por las ventanillas sólo se veía la más completa oscuridad. De todas formas, los talibanes estarían acostados, rehogándose en su propia mierda. 'Buenas noches, talibanes, buenas noches... dulces sueños', susurré antes de tragarme la segunda pastilla para dormir.
Lo escribió antes del 11-S.