lunes, 29 de marzo de 2010

Francisco de Quevedo Villegas

Su pluma fácil, ingenio vivo y fuerte personalidad dieron pie a multitud de anécdotas, como por ejemplo una muy divertida que cuenta que un buen día apostó con sus amigos a que era capaz de echar en cara a la reina, Mariana de Austria, esposa de Felipe IV, su cojera (Quevedo también tenía una leve cojera por una deformación congénita en los pies).
Todos sus amigos apostaron contra él, pues pensaban que no iba atraverse a tamaña descortesía ante la misma reina. Así que Quevedo cubrió todas las apuestas. Un buen día que tenía una recepción en palacio, vio la ocasión de ganarse aquel dinero. Así que apareció en la corte con dos caras flores que había comprado previamente. Directamente se fue a la reina y se las ofreció con una gran reverencia mientras le decía ganando la apuesta:

- "Entre el clavel y la rosa, Su Majestad escoja".

También el propio rey se las vio con el ingenio de Quevedo en otra ocasión. Andaba Quevedo por la corte y el rey le solicitó que le compusiera algunos versos de esos improvisados para los que tenía gran facilidad. Quevedo quería que el rey escogiera algún tema y le dijo:

-"Dadme pie Majestad".

A lo que Felipe IV, que andaba gracioso, en lugar de decirle alguna idea, estiró la pierna hacia él. Quevedo no se inmutó por el rey graciosillo y a ese gesto replicó:

- "Paréceme, gran señor, que estando en esta postura, yo parezco el herrador y vos la cabalgadura".

De cabalgar no digo nada, pero me quedo con la rosa

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