viernes, 20 de noviembre de 2009

Una Policíaca, a ver quien la sigue

CAPÍTULO 1
El cuerpo estaba frío, algo natural si tenemos en cuenta que ya hacía rato que había muerto.
-¿cuanto hace que lo encontraron? - Pregunté al detective López
- Lo encontraron sobre la una, una de las parejas que suele venir aquí ha retozar en el coche, bajaron al terminar a estirar las piernas y tropezaron con ella.
-Entonces supongo que ese condón será de ellos.
-Anda, si no lo había visto- respondió López – Supongo que si, agente González recoja esa muestra y llévela al laboratorio.
López se quedó un rato pensando, sopesando la conveniencia de hacer la pregunta que yo sabía que deseaba hacer.
-Y qué pinta el puto detective privado de las clases altas investigando la muerte de una jodida vagabunda en el peor barrio de la ciudad.
-A ti te lo voy a decir- Le respondí con sorna.

En realidad la pregunta no era tan mala, pero la primera obligación de un detective es proteger a sus clientes, en mi profesión la discreción es lo más importante, no me pagan por desvelar ese tipo de datos.

Mi cliente, el Sr. Rodríguez era el financiero más importante de la ciudad, y la ciudad se ha visto sobrecogida por una ola de crímenes sin precedentes, las víctimas son todas mujeres, fundamentalmente vagabundas y prostitutas. El Sr. Rodríguez me ha encargado una investigación paralela, de la cual solo tendré que rendirle cuentas a él.

Según me comentó en nuestra corta entrevista, tenía fundadas sospechas de que podría haber peces gordos involucrados en los asesinatos, y de ser así consideraba muy importante tener la información antes que nadie. Mi compromiso con él es pues revelarle lo que descubra el primero, sin embargo me vi obligado a decirle que yo no me iba a convertir en un encubridor, me parece correcto me dijo, me informa a mi y después a la policía en caso de descubrir al asesino.

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